viernes, 5 de octubre de 2018

RETO DELICIOSO

Seguimos con microrelatos de nuestro  #retodelicioso en el que os proponíamos que nos mandarais un relato de unas 200 palabras más o menos inspirado en la imagen superior. Qué diferentes propuestas nos han ido llegando sobre la imagen. Estamos encantados por la respuesta que ha tenido el reto durante todo el verano, no habéis parado de ir mandando relatos y eso nos anima a seguir proponiendo retos. Hoy, tenemos que agradecer su participación a Mayte Badia.

UNA MAÑANA CUALQUIERA.
La noche anterior me planteé aquella mañana sin hora, en la que el despertador no llegase a perturbar un sueño reparador, después de toda una semana de ajetreo.
No me pude imaginar que los acontecimientos que irían sucediendo quebrarían aquellos deseos.
Al despertarme, entreabrí los ojos para dejar que la luz que asomaba por la ventana me fuese desperezando,  sintiendo ese calorcillo revitalizante sobre mi cuerpo. Y mientras surgían uno tras otro los bostezos,  sentir poco a poco cómo mis músculos se van estirando.
Tras un rato decidí dirigirme a la cocina, descalza, sintiendo el frescor del suelo en las plantas de los pies.
En la mesa preparo un plato con unas galletas de la pastelería. Al fuego pongo el cazo con agua para hervir y al lado el café molido para echarlo justo en su momento.
Mientras dejo reposar el café en el agua, la habitación se embriaga de aquel olor que respiro pausadamente y me envuelve.
Vierto en el tazón la leche y el café, que al mezclarse comienza a crear formas ondulantes.
Pero en el momento en el que voy a echar el terrón de azúcar,  suena el teléfono.
Sobresaltada, cayó precipitadamente, cambiando el destino del día.

Un beso, Mayte.

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