viernes, 16 de marzo de 2018

RETO CUATRO PALABRAS

Una participación más al reto de las cuatro palabras, que surgió una noche de confidencias, risas y copas entre un grupo de apasionadas a la lectura y escritura. Las palabras elegidas fueron: arroz, maravilla, lentejas y taxi, que variopintas palabras que al final hacen un todo verdaderamente precioso.
Aqui el relato de Gloria Alcolea, que lo disfrutéis:






EL VIAJE


Estaba sentado allí, en aquella sala triste a media luz, como se sentía él en ese mismo momento, triste,muy triste. No hacía más que repetirse que tenía que haber venido antes, tenía que haber vuelto antes y así podría haberla visto sonreír una vez mas haber comido nuevamente sus estupendas lentejas con arroz que él por mucho que lo intentara no sabía hacer igual. Siempre la había echado de menos aunque hablaba con ella prácticamente todas las semanas y oía su risa por el receptor del teléfono pero no era lo mismo, tenerla cerca, poder darle un abrazo, un beso, mirar su cara y ver en sus ojos si su risa era verdadera o solo un “no te tienes que preocupar por mi, estoy bien”. Pero ya era tarde para lamentos, y ahora tendría que vivir con esos mil “sí mamá pronto iré a verte, es que ando muy ocupado”, por muchos aviones, trenes o taxis que cogiera nunca llegarían a ese destino que ahora reposaba tranquilo delante de él en la sala del tanatorio, parecía dormida, en paz, había dejado de padecer en esta vida que no había sido fácil para ella, llena de sufrimiento por lo perdido, lo luchado y no conseguido y por esa enfermedad que siempre le recordaba el número infinito de músculos que tenía en su cuerpo.

Era lo único que podía reconfortarle un poco en este momento saber que donde estaba ahora era feliz, disfrutando de lo desconocido para los mortales pero de lo que ella estaba muy segura encontraría cuando hiciera el viaje sin retorno, “el viaje maravilla” le llamaba ella.

“Descansa mamá, te lo mereces, siento no haber cumplido mi promesa de volver a verte en vida, lo siento muchísimo” le decía al otro lado del cristal como si ella pudiera oírle, con el alma rota y la pena inundándole  los ojos y el pecho, “de algo estoy seguro nos volveremos a ver, te quiero

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