Esta semana, publicamos un cuento propio, quién podría imaginar que alguien tan pequeño podría amar tanto los libros.
SIEMPRE AQUÍ:
Moisés se
despertó con el ruido de la conversación que sus padres estaban teniendo. Un
nudo se apoderó de su garganta impidiéndole respirar al oír palabras como
mudanza, campo... No podía imaginar la posibilidad de irse de allí. Toda su
vida había transcurrido en la librería. El primer olor infantil que
recordaba era el de la tinta y el del papel nuevo. Las risas y juegos con sus
hermanos transcurrían en los pasillos que las estanterías colocadas en paralelo
hacían. Las cajas de embalar los libros le habían servido para imaginar
castillos de murallas infranqueables donde él era el rey y nadie podía entrar.
Le encantaba leer cuentos de piratas, sobretodo cuando la librería estaba
cerrada y nadie podía interrumpir su lectura. Ahora ya, de adulto, eran los
clásicos españoles, El Cantar del Mío Cid, Don Quijote de la Mancha... los que
llenaban sus sueños y le transportaban a vivir hazañas heroicas y aventuras
dantescas. Sus padres y hermanos podrían marcharse de allí, pero él nunca
abandonaría la librería que tantas horas de apasionada lectura le había
brindado. Así que no, él no podía ser un ratón de campo, él era, y lo sería
siempre, un ratón de librería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Recibimos todos los comentarios con mucho cariño, con la intención de mejorar y seguir haciendo tus minutos de lectura más agradables.