GIGANTES
Aquella calurosa mañana de
Agosto, niña Pirata se despertó con la sensación placentera de que aquel día
viviría una gran aventura. Extrañamente, el mar se encontraba en calma.
Las olas mecían suavemente el barco. Al chocar, formaban una espuma que cubría el navío como nata montada. Nada
presagiaba lo que ese día ocurriría.
Pasadas unas horas de
insólita quietud, un viento frío comenzó a soplar cada vez más y más fuerte.
Niña Pirata arrió las enormes velas e hizo virar su barco para aprovechar el
viento belicoso que comenzaba a bufar mucho más agresivo.-¡Esto se anima, la
aventura comienza! -gritó exaltada mirando a Lola, su cabra.
Lola era su única compañera de viaje. Se habían conocido hacía un
par de años atrás en la fábrica de electrónica donde había nacido niña Pirata.
Cuando la fábrica cerró y todos se fueron, niña Pirata decidió marcharse con
Lola. Cruzaron el umbral de la verja de la fábrica, y allí lo vieron, un
inmenso barco, a punto para ser conquistado y salir del puerto. Así comenzó su
viaje.
Que lejos habían quedado aquellos largos meses de calmada
travesía, donde ninguna de las dos esperaba nada, solo navegar y divisar
preciosos paisajes.
Y ahora, allí estaba Lola, acurrucada a los pies de niña Pirata,
temblando de miedo, mirando hacia la puerta del camarote donde deseaba
encontrarse en aquellos instantes. La nave comenzó a surcar el mar a toda
velocidad empujada por el fuerte vendaval. Las olas cada vez más altas, se
alzaban por encima de sus cabezas. El barco comenzó a zozobrar, haciendo
peligrar sus vidas. Niña Pirata se aferraba fuertemente al timón intentando
mantener un rumbo que desconocía. Se dejaba llevar por el oleaje confiando que
el mar sabría llevarla a su destino mientras Lola balaba aterrada debajo de sus
piernas. Y de repente, allá a lo lejos les vio... Niña Pirata no podía creer
que les hubiera encontrado. ¿O ellos la habían encontrado a ella? Cientos de
gigantes con alargados brazos se apostaban erguidos desde el fondo marino,
dándole la bienvenida. Niña Pirata había llegado a su destino. Había encontrado
su nuevo hogar. Su pequeño corazón casi inerte comenzó a iluminarse. Estaba a
salvo con ellos. Su vida nunca se apagaría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Recibimos todos los comentarios con mucho cariño, con la intención de mejorar y seguir haciendo tus minutos de lectura más agradables.